Los viernes comemos churros

Una niña y su papá se embarcan en una nueva aventura al mudarse a otra ciudad. Aunque todo a su alrededor es diferente y desconocido, ella se aferra a la tradición de disfrutar churros cada viernes. Este pequeño ritual se convierte en su brújula emocional en un entorno nuevo y desafiante.

A medida que exploran su nuevo hogar, la protagonista aprende a mezclar sus raíces con las nuevas experiencias que la rodean. Cada churro es más que un postre; es un vínculo con su pasado y una forma de construir recuerdos en su nuevo destino. La historia celebra la importancia de las tradiciones familiares y cómo pueden adaptarse y evolucionar.

Con un toque de dulzura y un toque de nostalgia, esta narración calienta el corazón. La relación entre padre e hija se fortalece en cada bocado, demostrando que, a pesar de los cambios, hay cosas que siempre se pueden conservar. La autora captura magistralmente la esencia de la adaptación, el amor y las pequeñas cosas que hacen que la vida sea especial.